lunes, 22 de abril de 2013

Lo que se diga de él es irrelevante.
Él no existe, tampoco es. Podría decirse:
"el tiempo es la embestida de un rinoceronte extinto",
sería irrelevante y la frase traería cola.
Marco Polo lo llamaría unicornio y querría
sacarnos de nuestro engaño medieval. El tiempo
no es elegante, ni ama a las vírgenes, porque
no es un rinoceronte. Según los científicos
"el tiempo es un sustantivo paleozoico y con sinusitis".
Podría darnos pena su irrelevancia, su carácter
enfermizo, melancólico, hipocondríaco,
rinoceróntico; pero como nosotros
nos relevamos, él –discontinuidad
en la línea monemática– irrelevante.