El secreto está entre líneas, dicen
los de la secta devoradora de pasos de tierra.
No conozco otra manera de provocar la lluvia
que leyendo cuidadosamente logos por palabra.
En el último capítulo se tiene previsto
toda una disquisición de soledades compartidas.
Lo bonito de estas normas es que nunca se vienen
abajo aunque se baile sobre ellas impúdicos bailes.
Es muy difícil no decir algo sensato
sin caer en el absurdo.