sábado, 12 de abril de 2014

Arrogante, que decide. 

Burocracia poética

Deletréeme otra vez la palabra fracaso.
Disculpe que le insista, no la entiendo bien.
Pruebe en otro idioma. Me gustaría
que admitieran aquí alguna perífrasis explictiva
pero me exigen la palabra exacta, la correcta
caligrafía y su pronunciación esmerada.
Piensa usted que miento. Me ofende.

Uso debido

El verano y sus ventanas abiertas, trae
los gritos lejanos de los vecinos.
Una mujer grita, desvaría de odio.
Era adolescente, supuse la primera vez,
pero han pasado los años, igual que por mí,
y ahora me costaría imaginarla: ¿cómo asumir
un grito tan perenne sin reconocer la propia locura?
Pensé en fantasías endemoniadas de los que no admiten
que eso es humano.
Pienso y mi propia fantasía, en el cuidado de mi odio
y en mi propia ceguera.
Escribo mientras sus gritos se serenan. Mientras escribo
sus gritos salen a la luz.

Otro no yo

Por un momento
caíste
en la tentación de parodiar
-era tan sexy el momento-
y el resultado
no hubiera sido humor
ni humedad ni sonrisa.
Hubiera sido una alondra de color
esmeralda, y un papel firmado
en idiomas de hace tiempo.