miércoles, 1 de octubre de 2014

Como el Ayuntamiento consiguió convertir los subterráneos, primero, y las casas y calles del barrio antiguo, después en una especie de parque temático, en un gigantesco diorama arquitectónico del concepto de hiperrealidad (de no ser porque aquí era la reconstrucción de un relato, tinglados más ficticios que la ficción), por la que se movían turistas, eruditos, funcionarios y comerciantes; como la ciudad había sido inundada por una marea de impostura, decidieron fundar en los pisos altos, una nueva ciudad. Grandes empresarios, snobs, casanovas de todo tipo, idealistas sociales, hedonistas utópicos, fueron los colonos pioneros de esta ciudad al elegante borde de la depravación que hoy se extiende de torre en torre.