sábado, 2 de agosto de 2014

Qué murmuras, océano. Parece que masticas.
Acaso eres tú el rumiante de los dioses. 
Pero estás ahí porque nada te lo impide.
Simplemente. En lo profundo te ríes
de toda esta personificación y oigo tu risa.
Abismo sin más de casuales circunstancias. Pero 
tu barrunto me remueve como un pensamiento murmurado.