sábado, 27 de noviembre de 2010

Te hablo sin total ambigüedad.

Paradojas

Mi amor me engañó sobre tu verdad.
Mi odio me engañó sobre la mía.
Mi razón te volvió odiable.
Y tus razones me hicieron amable.
Cuando me di la vuelta sólo podía
preguntar a los demás qué sentías, qué pensabas,
tú por mí.

Números

Nuestras bases son finitas y finita su combinatoria.
Nuestras coyunturas presentan unas finitas repeticiones.
Mi singularidad y mis sucesos muestran una insistente
y reconocible tendencia a prescindir de mi finitud.

Dios cómplice

Imagina un mundo deleznable, digno del diluvio universal.
Me observarás en seguida, tal que un loco, un descreído,
cómo hiendo la lluvia con la espada de mis palabras.
Y es evidente que no serás tú quien luche en mi contra.