jueves, 10 de noviembre de 2016

y IV. La custodia del legado (c- "los escritos de Sócrates")

     Aristóteles respondió con silencio curioso el comentario de su compañero. Su actitud con respecto a Critóbulo había cambiado y ahora estaba deseoso de conocer el punto de vista de aquel viejo sobre lo que fuera que iba a contar.
     Critólibo sacó un viejo rollo de papiro de su zurrón, asegurándose que estaban solos en la salita de la taberna y nadie los observaba ni los atendía.
     –Estas son las últimas palabras que escribió el maestro Sócrates.
     Los dos muchachos abrieron los ojos como si de aquel cilindro de papiro emanara una luz mágica.
     –Este poema no es un poema –indicó Hermias inspeccionando el contenido del rollo.
     –Ya pensabais que era un estafador, ¿verdad? Escrito en verso, con las figuras canónicas de la retórica, Sócrates escribió su testamento. Él era hábil en estas cosas, como en tantos otros recursos del lenguaje. Ya tendréis tiempo de examinarlo con detenimiento. Toda vuestra vida, de hecho. Lo que más nos urge se encuentra aproximadamente en esta parte. Aquí Sócrates camufla el compendio de sus obras y las condiciones de su custodia. Antes de que llegue la mañana os enseñaré cómo leerlo, tal como mi padre me lo enseñó a mí y al él se lo enseñó el mismo Sócrates en la prisión.
     »Pronto comprenderéis el extraordinario esfuerzo de vuestro maestro por transformar este valioso legado en una simple anécdota que avale la ausencia de escritos de Sócrates. Toda la Academia es una máquina perfectamente diseñada y calibrada para fabricar un falso Sócrates y una falsa admiración a Sócrates que oculte la imagen del verdadero Sócrates que nuestra generación conoció y la verdadera admiración que nuestra generación sentía y los esforzados intereses de sus enemigos. Platón discípulo de Sócrates, ¡y un cuerno! Platón devoto discípulo, ¡ya! Poniendo en boca del maestro ideas que, apuntadas aquí y allá, son la antítesis de sus enseñanzas.