miércoles, 10 de diciembre de 2014

La mesa de atar

El frío va a estrechar tus brazos, va a atenazar tus dedos.
Esto viene de muy antiguo: de antes de la queja 
y del cuchillo y de los labios
de moda. Viene como el nombre 
que se le puso al viento. Tus dedos deberían
conservar el deseo 
de su cuerpo, la curiosidad 
de esa búsqueda, y debería bastar. Un gesto se ha adelantado
y ha mordido esa manos. ¡Ah, fue sólo imaginación!
Sentado a su mesa de atar, un hombre corrige.