lunes, 10 de marzo de 2014

Estudio de una mujer con abrigo celeste IV

Para terminar, nos animó a que nos demoráramos los conociéramos un poco. Ella se incluía en la historia de su pueblo. Y hay que notar que aquella lección era la explicación de una monumental construcción para el apogeo de un pueblo ya de por sí orgulloso, para entrar con orgullo en aquel siglo nuevo que tanta desgracia les supuso, para reivindicar no sé qué grandeza en que se empeñan los pueblos. Y ahí estábamos cobijados en la inmensa sinagoga, y el fértil árbol gris de la cenicienta historia, y por todas partes el sufrimiento marcado y remarcado desde generaciones. Y sin embargo, su invitación era de veras humilde, como quien pide permiso para que entren en su casa. Y eso sólo en el gesto de su voz, en el tono de su moverse y su mirada. Con qué finura le ha sido grabado.