sábado, 13 de julio de 2013

Nacemos como sensaciones
separadas por un cuerpo de distancia.
Y el cuerpo es llanto (un trozo) y hambre
(apenas un lugar) y también frío (una delgada
periferia) y muchos ruidos y un corazón
que falta.
Luego aparece un yo o nos lo inventan,
un inquilino, nada más.
Somos trozos de olvido, trozos de abandono
y muchos. Juntos, revueltos, separados,
organizados por el bien (que es otro trozo)
y de pérdida. De pérdidas. Somos muchos
agujeros.
Sabiamente dejamos una firma de huesos.

Yo sé que hay trozos que te aman y otros
que no lo saben.
El infierno es intentar salvarse.
La limpieza no puede ser un acto de limpieza
sino un acto de amor.
Ese amor que se llena de obsesiones
y que debe aprender
a dejar sitio a la persona
concreta.
Obligaciones aparte, me matas a sorpresas.

In fatae

Se enfadan porque no encuentran el tanto
por ciento que en lo humano no es matemático.
El vacío está
siempre en el lugar preciso.
Indecisos encontramos
los restos.