Nacemos como sensaciones
separadas por un cuerpo de distancia.
Y el cuerpo es llanto (un trozo) y hambre
(apenas un lugar) y también frío (una delgada
periferia) y muchos ruidos y un corazón
que falta.
Luego aparece un yo o nos lo inventan,
un inquilino, nada más.
Somos trozos de olvido, trozos de abandono
y muchos. Juntos, revueltos, separados,
organizados por el bien (que es otro trozo)
y de pérdida. De pérdidas. Somos muchos
agujeros.
Sabiamente dejamos una firma de huesos.
Yo sé que hay trozos que te aman y otros
que no lo saben.
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