domingo, 3 de febrero de 2019

V. Mitología nómada

  Sabemos que la luz; pero, entonces, cómo vivir. Así que digamos que son las cosas. Y entre las cosas y la luz, pongamos los dioses. No diremos que somos nosotros, ni soy yo. Cada cosa, mirada por la luz, iluminada por nosotros, será susceptible de ser un dios. Escribamos o cantemos textos en sombra (la voz es la sombra de la palabra que se escribe).
  Cada cual guarde su conjunto de cosas-dioses-sombras como un salón del tesoro, oasis del desierto, pupitre de biblioteca, yo de entendimiento, y se comporte (en el sentido de llevar como compañero siendo otro) en consecuencia. A eso llamaremos religión. Al repertorio del viajero, mitología; al discurso sobre los viajeros y sus bártulos, teología, filosofía, antropología, política o moral.
  Ahora bien,
  el repertorio de cada viajero, digamos, su maleta, es un repertorio en movimiento. Cada viajero, mientras viaja, porta a su vez un viaje que viaja. Podemos hacer mapas. Los mapas viajan. Podemos hacer itinerarios, de mapa en mapa, de hito en hito, entre unos viajes y otros. Llamemos a eso ídolos: puntos fijos en el repertorio de viajes. Llamémonos a nosotros mismos seres fijos. Finjamos estar quietos.
Y mintamos.