jueves, 6 de junio de 2013

Escribo rodeado de individuos que no sabemos qué pensar.
Escribo al borde de mi obsesión, pues filo eres
de largo recorrido, ¿quién?, tus propias pesquisas
me recortan, porque no soy yo, qué has visto, qué
estas viendo qué piensas y nada te interfiere, qué molestos
interrumpen, pensamientos, cómo has aprendido a no hacer
les caso, no son tuyos, ni son acción.
Estas mesas tan bien diseñadas, disciplinadamente vendidas.
Estos cuadernos en los que se vuelcan odios e indiferencias,
catalogados según la cantidad de falta que hayan recogido.
Esta luz del verano, protegida por las instituciones.
¡Basta ya! Tecleo con mis dedos prestados, aunque es
mi sangre quien dicta o escribe o más quisiera
yo, qué torpe palabra.
Y habiendo dejado constancia del desvío (rodeando), construida tu paciencia
desbaratada mi obsesión ausente de extraños,
de cuántos escudos he dudado por evitar un movimiento.
Tú ves el baile de la vida. Tú bailas con ella.
Materia o posesión corroe su envidia o asunto.