miércoles, 24 de abril de 2013

No
soy
el autor
de mis días,
calígrafo de mis horas,
ejercicio
pautado, interferido de amor.
Está la habitación manga por hombro –la habitación–
a pesar de que la primavera está tendida –la primavera–
Y aún queda lugar, admirable arquitectura –la admiración–
para lo que me besaste, lo que me dijiste –el beso, el beso–
entre libros, cuadernos, discos, y ropas –la ropa aunque
dudo–
aún sus antiguos dedos tentando las teclas –la antigüedad–
calientes de tanta pulsación, ¿son humanas? –el calor–
pero ese es otro –ilegible– tras otras puertas –el otro–
Él escribía, tú y tus labios, yo escucho
escribo, cedo ante el espacio que se desliza.
Si me sigues
leyendo con tus recuerdos me vas a romper.
Me hicieron frágil. La nieve en los Alpes
sospechaba que vendrás como hoy a morder.