El árbol de tus pasos comienza en el ahora
y tu cuerpo va trepando fachadas. Yo fui
la ventana que daba a tu dormitorio.
En mi rostro caía la ducha fresca de tu cuerpo
que se perdía entre mis miembros como un verano
que se marcha con los jóvenes.
No dudes, y si dudas, sepárate para ver germinar
alguna de mis sombras.