sábado, 11 de abril de 2015

De sapone. d (meollo)

     Una habitación entera estaba reservada a almacenar los tableros de jabón. Podía verse la evolución desde el primer estrato, grisáceo, hasta los últimos, más coloreados. Podían identificarse rápidamente los litros más pobres y los de más calidad. Aquí y allá había tableros ya cortados en irregulares lingotes. Cerca de la puerta solía estar una fiambrera con algunos lingotes y con un rallador flotando en una montañita de hermosas ralladuras rizadas. En algún otro rincón, había otras fiambreras, fuentes o cajas donde se habían probado distintas mezclas y experimentos.
     A veces abría morbosamente la puerta de esa habitación y contemplaba hundido el paisaje de mi derrota. Me regodeaba, lo reconozco, en la certeza palpable y olfatible de nuestro absurdo jardín privado. Fantaseaba sintiéndome olvidar qué fuera originalmente aquella habitación, y como mi vida y mis recuerdos se desvanecían con cada centímetro sepultado por los lingotes de jabón cada vez más numerosos.

De sapone. c (preámbulo)

    Las primeras de cambio se hicieron de rogar; tan hábilmente había escondido las palanganas de jabón. Como yo no consideré el asunto digno de mayor esfuerzo, tan ridículo me veía a mí mismo rebuscando jabón por los rincones, ahí quedó la cosa. Cuando por casualidad o por descuido encontré el jabón, lo vi tan inocente, tan pacífico y quieto, que lo dejé estar como agua pasada.
    No contaba con que en el futuro, mi capacidad para encontrar el jabón, mi capacidad para dar con la sosa, incluso mi capacidad para renunciar a los fritos, era exponencialmente inferior a su capacidad de producir jabón.