Un ariete de tiempo en medio de la noche
insiste la obsesión embistiendo delirios.
La puerta abierta ya febril, curiosa, ingrávida.
Un cuerpo cuya sed rezuma movimiento
como unos dedos ávidos de lengua y de vacío,
de un todo que se escapa ansioso a las afueras
y la explosión, dolor y fuego y sangre,
y sólo quedó dentro la Esperanza.
1 comentario:
es lo único que permanece
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