viernes, 15 de junio de 2012

Mi amor por ti es impaciente, se salta
los ritmos que inicio y despedida
quisieran imponerle y por eso mira
a los que se divierten con condescendencia
como si fueran horas que no soportan vivir
sin ti.

Mi amor es como un atlas histórico,
no ya por lo colorido del tapete,
ni por el cambiante dibujo de lo que se supone
un continente inmutable,
ni siquiera por el despliegue de las letras
que enlaza la tierra con lo humano que las nombra,
ni siquiera por la interpretación de causas en el tiempo.
No, mi amor es como un atlas porque ese fue el regalo
de mi padre.

Mi amor por ti no es posesión mía, está
depositado en lo que aún no conocemos de quienes
me rodean, me preceden, me atraviesan,
hasta hacerme comprender hasta qué punto
no existo, ni me conozco, pero tú sí
existes y me conoces,
y así hablo, con ellos.

Mi amor por ti es, en conclusión,
como el catálogo completo de la obra de Aristóteles
que algún copista, joven, por supuesto,
erró copiar, porque sabe Dios
en qué estaría pensando.

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