martes, 5 de marzo de 2013

En la nueva ciudad ya no habrá puertas
sino calles extremadamente estrechas
y muy difíciles de recorrer
pues como humanos desbordaríamos sus extremos.
La salida ya nos apremiaría como distancia
y al llegar nos sentiríamos desconcertados.
Tú querrás un plano de los abrazos.
Y te perderás entre sorpresas y bienvenidas.
Te demorarás en los escaparates diversos de la despedida.
Pero recuerda, si alguna vez dejaste tu mano
largamente posada sobre hierro y madera
como si el brazo en tu cuerpo siguiera a la espera,
los tiempos en que fuimos colmenas de muros,
guiños de válvulas con algo sin decir.

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