viernes, 12 de abril de 2013

El hombre muerto ha convertido sus ojos en monedas.
De niño fueron perlas sacadas del mar rugiente.
De niño fueron estrellas prendadas de tu boca.
Diana donde clavaran los brillos del sexo y las historias.
Ojos cerrados de hombre enamorado cegados por los besos
que le dabas equivocando el cierre del deseo.
Ojos cansados del hombre atareado que ha olvidado
su oficio en muchas partes y en muchas partes robadas.
Cuánto valen tus ojos hoy, de los que nadie habla,
que tal vez un transeúnte feliz encuentre y confunda
con el as de su destino, el precio de mi alma
o ese mundo en el puño que el corazón mirara.

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