domingo, 30 de junio de 2013

Sobre diversos temas morales

Sobre la ambición: Desengañémonos, el hombre
no ambiciona a mujer alguna,
reserva para la mujer otros sentimientos
–como si tuviera en esto capacidad de decisión–
y parecería que quisiera perderlos de vista
para perderse en sus ridículos afanes
–algunos muy prestigiosos, según qué punto
de vista–. Y como de nada de esto habla
sino que su discurso es paralelo a sí mismo
y arrastrado por el empuje de otros asuntos,
esta tarea suya es ignota, a su pesar, por eso
es que me río. Ahora bien,
tú, mujer, yo diría, ambicionas a cada instante
y más de lo que la realidad puede soportar.
Tu ambición está inmediatamente frustrada,
y crece, y arrastra, y el hombre qué sabe.
Que es el torrente de tu amor, no puede imaginarlo,
que es el muro en el que tu corazón se vuelca,
que es la ciudad entera por la que paseas,
la luz y el olor con que te cruzas y te posee.
Lo tocarías ahora mismo pero todo él falta o casi.
Él está perdido es sus cosas, una vez te encontró,
y tú lo ambicionas a pesar de su ignorancia
tú lo creas, creas su amor, y si te ama
ni aun el paraíso será un punto suficiente.

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