viernes, 24 de octubre de 2014

Subiendo la escalerita de la Torre Malmuerta, a la derecha, se llega a un coqueto mirador no más grande que una amplia terraza. Desde allí se contempla, de noche, desplegarse la ciudad como un jardín colgante de tejados hasta el río. Las lejanas ventanas se confunden con los farolitos de la terraza, y las macetas con los árboles de las plazas. La noche es difícil de reconocer si se encuentra dentro o fuera.
Allí sirven el más delicioso y dulce ponche, que sirven en elegantes vasos alargados y curvos casi tan largos como un antebrazo. Siempre que llego falta poco para que cierren; pero nunca llego, sino que siempre estoy allí acabando de llegar. Miro sorprendido el paisaje y me lamento de que no vaya ese lugar más a menudo. ¿Por qué hace tanto tiempo que no decidimos venir?, es siempre la pregunta. Pero, a pesar de este íntimo reproche, no conozco lugar en la ciudad más acogedor. 
Unas veces no es más que la terraza. En otras se compone de un conjunto de balcones, casi jardines. La mayoría de las veces es todo un restaurante, pero de pequeños salones, celditas. Incluso nos hemos sentado en el suelo de los pasillos, y allí hemos comido espesos platos de exóticas lentejas, sobre alfombras, medio acostados en cojines, con luz muy tenue de conversación. Y desde una habitación se intuyen las otras, al menos su luz, o sus platos y su música (porque cada vez y en cada rincón hay una música distinta).
Allí me encuentro con amigos que llevo sin ver dos o veinte años. Con amores que creí haber dejado atrás. Con los que no me atreví a saludar en su momento. A los que desdeñé. Quienes llevan un estilo de vida que acaso envidio. Los que hablan muy profundamente de lo que yo considero superficial y comprenden realmente la vida. Y yo encuentro siempre mi lugar, esperándome, entre ellos, y paso allí solo el resto de la noche, que siempre dura sólo ese instante. Miro lejos el tiempo perdido, que es la ciudad, el rincón o la tertulia jocosa, el tiempo que se extiende en todos esos otros lugares que sí visito con frecuencia cuando debería volver más allí.

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