miércoles, 10 de junio de 2015

Mantra

Como circula la sangre, así
el lenguaje. Los vecinos
cuchichean de tanto oír la lluvia.
Como abejas acuden
a los textos antes de lo previsto.
Si hace calor, sudan palabras.
Si hace frío, encienden el hogar
con sus opiniones. Ahí queda
el lenguaje en estratos, muy antiguos.
Por constelaciones se nombran sus obras.
Grandes piscinas de vocablos sirven
de recreo a los que aman
bucear. Eyaculan suspiros. Muerden campos
semánticos en espasmos de tregua o nostalgia.
Grandes discursos separados por montañas
en las que ecosisteman discursos pequeños
y minúsculos sumarios inmunológicos.
Un día feliz las palabras
se repetían como espejos
entre espejos; pero era
aquel antiguo río bajo el joven que miraba
sin oír
el silencio.

No hay comentarios: