miércoles, 23 de septiembre de 2015

Tesela y mosaico

Hablamos sin saber qué hablamos.
Si lo supiéramos, hablar no sería necesario,
y antes del acto ya nos saciaría el silencio.
Pero como no lo sabemos, hablamos
sin poder ni querer ni saber evitarlo.

Lo que hablamos nada sabe de nosotros.
Si lo supiera, cuidaríamos mucho
de pronunciar en voz alta ese saber
que nos hiciera exactos en el oído del otro.
Pero como no lo sabe, libremente
hablamos de lo uno y de lo otro
fingiendo un exhibicionismo de máscaras
que mienten más que nosotros.

Pero sólo hay saber en el habla.
En el silencio bailan los secretos.
Allí es donde el poder es poder
y el querer es querer, y el saber
cree saber, porque como no dice
nada no puede saber que no sabe
de lo que habla.

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