martes, 26 de enero de 2016

Sed

En este erial el humor
se quema antes de que brote.
Esto es porque el viento
arrastra sus preguntas
sin ironía. Miento:
Claro 
que la hay; pero, es tanto el ruido
y el aire, no permite escucharla.
El demonio del viento 
(                              ) murmura 
palabras de amor en mi oído.
Ya ha convencido a mi piel, pronto a la sangre
y los huesos. Músculo y cerebro no necesitan
sofisticados argumentos. El viento arrastra
secando en arena el barro de las ideas,
licuando en lodo la sequedad de las palabras,
sus impúdicas posturas por el erial.

Bajo el subsuelo, insiste, insiste la risa. 

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