En esterititias de cobre
donde podabas a terneros tu paciencia
y a fuerza de saber
volvías conmigo,
allí,
en ese espacio que apenas se nombró,
que aún no ha sido bordeado por la sombra,
que a veces es nieve y a veces mar,
enteratizando espirales afines por tu cuello,
he de volver
apenas me dé cuenta.
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