lunes, 12 de noviembre de 2012

La honestidad suele levantarse temprano y abandonar la ciudad. Sólo vuelve para confundirnos con sus sueños.

4 comentarios:

Abraham dijo...

La honestidad existe. Si vemos durante el día personas honestas pasear por la ciudad, es por el influjo que puedan tener en ellos aún sus sueños. Imaginemos a las personas movidas por sus suenos y a esas personas las llamaremos honestas.
Hay también, qué duda cabe, algo de honestidad en la perversión. Al menos, se nos da a conocer, y no existe absolutamente ajena a nuestro saber. La perversión, pasea por la ciudad, durante el día. Cabe la posibilidad de reconocerla.
No siempre la honestidad abandona la ciudad. ¿Es que se vuelve perezosa? ¿Qué tipo de vacaciones se reserva la honestidad que se queda en casa? Yo no recuerdo haber hablado con ella. Quisiera que me contara cómo trabaja nuestros sueños, con qué materiales, de dónde los saca, en qué idioma viene a dormir, si es que duerme, conmigo.

Manuel Marcos dijo...

Una reflexión que vale su peso en noche que se le gana a la muerte. Sin duda, cifraría uno los sueños igual, Abraham, aunque muy seguramente, no, con la maestría que tu lo has hecho aquí.
Un saludo.

Abraham dijo...

Cifrar los sueños en noche que le gane a la muerte. Sea la muerte la Gran Honesta, que paga con el precio debido, más allá de nuestros sueños.
Espero humilde una derrota.

Manuel Marcos dijo...

El precio que cobra es ecuánime, mejor cifrar los sueños en vida, como hizo Calderón, que la muerte y la noche vienen por añadidura.