lunes, 10 de junio de 2013

La luz punza con pasisión matemática.
Aún emparedado en mi piso a oscuras
–entra amante por las rendijas–
o no tanto, la verdad.
Aún en este cerebro oculto entre mis huesos
–y piel y grasa y pelo y sangre y aire y sabe dios–
tampoco ve nadie sus destelleos, como dicen.
Pero la luz punza, duele, lo aseguro,
delineante traza cascadas y haces en esferas.
Las polillas no vuelan de día.
Las primaverales polillas no vuelan ingenuas de día.
Algunas polillas ingenuas no quieren volar
primaverales cuando el día dispara luz incluso
desde el suelo, desde los huesos, desde
los pensamientos más desesperados,
la costumbre menos hecha a tus dos pechos.

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